Encaminarme para llegar al asfalto de tu calle,
Me reconozco como un lobo abominable,
En la ciudad, el ritmo no es constante.
Aullaré cuando los gallos canten.
Deberé demostrarte que nunca es tarde,
Mi espíritu busca tu norte para orientarse,
En la ciudad, mi sed no pudo calmarse,
Aullaré cuando los gallos canten.
No soy libre cada vez que te pienso,
Cuando puedo: abro las fauces de mi verso,
Y me camuflo en las cenizas de cualquier fuego,
Y en el desvelo lacero las tristezas de los sueños.
Rasguño tu puerta cuando el cielo,
Iluminado a destiempo en invierno,
Nos da la pauta para cantar y aullar,
Desahogando el dolor de vivir con la ciudad.
